Que Debe Comer una Mujer Embarazada?
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septiembre 25, 2013
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Al quedarte embarazada, uno de los primeros hábitos que debes empezar a cuidar es la alimentación: tu médico te hará una serie de recomendaciones y te recetará suplementos de yodo y ácido fólico. ¿Por qué tanta insistencia? Muy sencillo: lo que comas en el embarazo tendrá una gran influencia en la salud y en el rendimiento mental de tu futuro bebé.
Con el objetivo de crear una base científica objetiva que permita mejorar las recomendaciones a mujeres embarazadas, un proyecto europeo llamado NUTRIMENTHE analiza desde el año 2008 los efectos a largo plazo de la ingesta de determinados nutrientes sobre el desarrollo cognitivo, emocional y conductual de los niños desde antes del nacimiento y hasta los nueve años y medio.
Estos trabajos han demostrado, por ejemplo, que el aporte de ácido fólico puede reducir la probabilidad de desarrollar problemas de comportamiento durante la niñez. Otro de los resultados indica que comer pescado es beneficioso por varios motivos: contiene ácidos grasos omega-3, fundamentales para el desarrollo de las neuronas y, además, aporta mucho yodo, un nutriente que tiene un efecto positivo sobre la habilidad lectora en niños evaluados a los nueve años de edad.
Otro proyecto europeo denominado EARNEST ha demostrado que una dieta saludable durante el embarazo ofrece protección contra partos prematuros, toxemia del embarazo y depresión posparto, y mejora tanto el sistema inmunitario de los bebés como su cociente intelectual a los cinco años.
Sin embargo, hay otros factores que determinan el desarrollo mental de los niños: la base genética de madre e hijo, la edad de los padres, su nivel educativo, el consumo de tabaco y la exposición a la contaminación ambiental también tienen, por supuesto, mucha importancia.
Somos lo que comemos, y por eso la alimentación sigue siendo clave después del nacimiento del bebé. Los trabajos del proyecto EARNEST revelan que la nutrición durante los primeros años de vida podría influir en la propensión a la obesidad, la diabetes, las cardiopatías, la enfermedad pulmonar crónica, las funciones cognitivas y el comportamiento durante el resto de la vida. Uno de los estudios realizados comprobó que los niños alimentados con leche materna o con leche artificial con un contenido en proteínas similar al de la materna, tienen menos probabilidades de padecer obesidad en el futuro.