El olor a bebé es adictivo

chino bravo
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En el estudio participaron 15 mujeres sin hijos y 15 que habían sido madres recientemente. A todas se les dio a oler el pijama de bebés recién nacidos y se estudió la reacción que se producía en su cerebro. Los investigadores, que publican sus resultados en la revista científica
Frontiers in Psychology, encontraron que en ambos casos, pero de forma más intensa en el grupo de madres recientes, se activaba el llamado “sistema dopaminérgico”, un circuito neurobiológico que está relacionado con la obtención de recompensas y con los comportamientos adictivos.

Este sistema conduce, por diferentes vías, a la liberación de dopamina, una hormona que también se conoce como la “hormona del placer”, ya que se libera, por ejemplo, cuando comemos y cuando tenemos relaciones sexuales. Así, asociamos estas acciones, que son fundamentales para nuestra supervivencia y reproducción, con la obtención de una recompensa: en este caso el placer. Y algunas sustancias como las drogas o el tabaco nos provocan adicción porque actúan de la misma forma sobre nuestro cerebro.
"No todos los olores desencadenan la reacción. Sólo aquellos asociadas con la recompensa, como la comida o la satisfacción de un deseo, producen esta activación", explica Johannes Frasnelli, investigador de la Universidad de Montreal (Canadá). En el caso de los bebés, es lógico que su olor desencadene este mecanismo, ya que estimula el vínculo entre mamá y bebé y hace que las madres no abandonen a los hijos a su suerte. Los olores y otras formas de comunicación no verbal, como los estímulos visuales, son fundamentales para estimular la lactancia y establecer los lazos emocionales entre la madre y el niño y garantizar, en última instancia, su supervivencia.

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