¿Por qué no funciona el castigo convencional?
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enero 23, 2015
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El castigo convencional basado en 'te quedas sin jugar a la play, sin ver la tele o sin salir...' ya no tiene casi ningún efecto en los niños. La psicóloga infantil Mª Luisa Ferrerós, autora de libro ¡Castigado! ¿Es necesario? reconoce que ese tipo de castigos no cuestan ningún esfuerzo al niño y no tienen relación directa con lo que ha hecho mal y, por tanto, más allá de la sanción puntual, no son de utilidad para corregir la conducta del niño en el futuro.
Lejos del castigo físico, entendido como cachete o bofetada, el castigo privativo que tan en boga ha estado en los últimos años, no resulta efectivo. En la práctica, quedarse sin ver la tele, al niño no le supone ningún esfuerzo porque se puede poner a leer un cuento, a jugar al móvil o a la play, sustituyendo esa actividad por otra.
Decirle que se queda sin salir tampoco le va a suponer un problema gordo porque en casa puede hablar con sus amigos por teléfono, a través del chat, del messenger o de otro tipo de redes sociales. La psicóloga Mª Luisa Ferrerós asegura que 'ese tipo de castigos privativos no le suponen nada al niño y, por eso, no sirven como castigo. El castigo es una sanción, pero debe tener una consecuencia educativa que viene detrás de una actitud inadecuada del niño que quiero corregir para que él pueda aprender y autocontrolarse'.
Corregir la actitud del niño para que no vuelva a hacer aquello por lo que ha sido castigado es lo que esperan todos los padres cuando aplican un castigo a sus hijos. Sin embargo, la queja general es que al niño le da igual y vuelve a hacer lo mismo una y otra vez, por lo que los padres se desesperan. Para terminar con esta rueda sin fin, la psicóloga Mª Luisa Ferrerós propone que 'el castigo educativo sea excepcional, coherente, firme y constante. No puedes estar castigando al niño por todo, porque entonces se satura y no te hace caso de nada. Cuando tú pones un castigo lo has de cumplir, y es importante que sea adecuado a lo que haya hecho el niño. Por ejemplo, no puede ser que al niño se le caiga el vaso de agua y esté una semana sin salir'. Por tanto, los castigos nunca deben ser desproporcionados, sino coherentes.
El éxito de la consecuencia educativa
¿En qué se diferencian los castigos de las conscuencias educativas? El castigo educativo tiene que costar un esfuerzo al niño para que le ayude a autocontrolarse y para que la siguiente vez que haga aquello que esta mal, el niño se lo piense dos veces. Ésta es la característica más importante del castigo educativo, que al niño le cueste algo.
Las consecuencias educativas tienen que ser inmediatas, coherentes, aplicables y firmes. Como ejemplos prácticos de consecuencias educativas a conductas inapropiadas de los niños, la psicóloga infantil Mª Luisa Ferrerós propone lo siguiente:
- Si el niño no ha hecho los deberes por la tarde a la hora correspondiente: levantar al niño a las 6 de la mañana para que los haga.
- Si no ha querido ducharse: a la mañana siguiente no tendrá ropa limpia para ir al colegio.
- Si no se ha vestido a tiempo para salir al colegio: valora si puedes llevarle en pijama (compra uno que parezca un chandal).
- Si no viene a cenar después de llamarle muchas veces: se retira la cena y se congela. Se le puede dar un yogur, nada más.
La actitud firme de los padres, saber decir que no y estar convencido de que lo que estamos haciendo es por el bien de nuestro hijo es lo más importante para que los niños comprendan que deben modificar su conducta.
Y es muchos padres no sabemos qué hacer para que nuestros hijos se porten bien. Para responder a esta cuestión, Mª Luisa Ferrerós reconoce que "entre los fallos que tenemos los padres de hoy en día a la hora de educar a nuestros hijos, el más importante es la inseguridad, probar todos los métodos e ir cambiando de pautas muy rápidamente y a menudo. Y también la falta de unión en la pareja a la hora de actuar.