Compartir por Obligacion

chino bravo
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Enseñar a compartir se ha convertido en una cierta obsesión. Un niño de tres años apenas tiene control sobre el mundo: la casa es de sus padres, los muebles y el coche también... Él no puede mandar sobre casi nada, porque casi nada es de su propiedad. Por eso es importante reconocer su autoridad sobre ese puñado de objetos (sus juguetes) que sí son solo suyos. Así, debería poder decidir si quiere prestar su balón o no. «Este terreno no debería ser competencia de los adultos, ya que las insistentes presiones para compartir podrían ser contraproducentes y confundir al niño, que está aprendiendo a delimitar y organizar su mundo, a poner límites y a comprender hasta dónde puede decidir.

El instinto de cooperación es algo innato y, antes o después, aprenderá por sí mismo que es más divertido jugar si nos llevamos bien con los amigos y presta las cosas.


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