Coger en brazos a un bebé genera una gran sensación de bienestar. No es de extrañar que un grupo de científicos haya estudiado cuáles son las reacciones neurológicas que se generan cuando sujetamos a un recién nacido. Una de las cuestiones que más nos llaman la atención es ese olor característico que tienen todos los bebés. Un olor que, se ha demostrado, es tan adictivo como las drogas.
Según los resultados de este estudio, el olor de un recién nacido sirve, entre otras cosas, para que madre e hijo conecten de una manera química, y reporta al cerebro la misma sensación que comer o tener relaciones sexuales. Los investigadores han demostrado que cuando una mujer sostiene a un bebé en sus brazos -aunque no sea suyo-, se produce una reacción biológica natural, vinculada a las funciones maternas.
Uno de los responsables de este estudio, el doctor Johannes Frasnelli, de la Universidad de Montreal, ha destacado que el olor de los recién nacidos activa una parte del sistema neurológico en las madres. De hecho, concluye que estos circuitos son los mismos que se activan por ejemplo cuando comes después de estar muy hambriendo, pero también cuando un adicto consume droga. Es, según el especialista, donde reside el deseo.