Jugar al Aire Libre

chino bravo
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Las vacaciones de verano están hechas para jugar, jugar y jugar. Sobre todo, fuera de casa. Las buenas temperaturas, la cantidad de tiempo libre y las ganas de disfrutar hacen que la piscina, la playa, el jardín, el parque o el campo se conviertan en el escenario de juegos que recordaremos para siempre y que nos descubrirán aficiones y habilidades que desarrollaremos a lo largo de toda nuestra vida
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De hecho, hay estudios que indican que jugar al aire libre es tan beneficioso para los niños como practicar algún deporte. Según el informe “Physical Activity and Body Image in Children”, los juegos al aire libre multiplican la actividad física de los niños, fomentan su autoestima y ayudan a prevenir la obesidad (cuidado, porque según ese estudio, un 23% de las niñas y el 17% de los niños, a partir de 7 años no están conformes con su aspecto físico).

Además, los juegos de exterior aumentan la resistencia emocional de los más pequeños, ya que les permiten hacer amigos y aprender a relacionarse con los demás.

A partir de los tres o cuatro años, las posibilidades de juegos al aire libre se multiplican: los niños dominan mucho mejor su psicomotricidad, son capaces de aprender reglas de juego sencillas y disfrutan con los retos físicos, los juegos simbólicos, los deportes...

A medida que nuestro hijo se haga mayor, irá prefiriendo jugar con otros niños, pero con tres, cuatro, seis años, jugar con sus padres les sigue pareciendo “lo más”. Y con siete, ocho o diez años les sigue encantando jugar con nosotros. Aprovechémoslo, porque pronto lo echaremos de menos.

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